Seis departamentos de Bolivia tienen diferentes niveles de riesgo sísmico y, por la ausencia de estrategias preventivas, son altamente vulnerables a una catástrofe de este tipo, según un estudio realizado por el Observatorio San Calixto, Defensa Civil y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Sobre la base del informe “Plan Nacional de Contingencias ante Crisis Alimentaria por Emergencias”, financiado por las dos últimas instituciones y elaborado por el especialista en riesgos Marco Antonio Rodríguez, se diseñaron estrategias de prevención y capacitación ante posibles terremotos, que Defensa Civil presentó a fines de 2008 y difundió en diferentes esferas, incluso mediante un simulacro de terremoto efectuado en esa época en la sede del Gobierno.
Tres factores hacen de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Chuquisaca, Potosí y Tarija —y en especial de 19 de sus provincias— las regiones con mayor potencialidad de movimientos telúricos: las fallas geológicas identificadas en su territorio, los registros históricos de anteriores desastres y la recurrencia.
Según Rodríguez, “la recurrencia es la posibilidad de que se repitan periodos naturales de actividad sísmica. Este caso ha sido comprobado en la zona comprendida entre Aiquile, Totora y Mizque (Cochabamba), que han sufrido estos movimientos con una periodicidad de entre 18 y 30 años”.
De acuerdo con esta lógica, como el anterior terremoto fue en 1998 en Totora —con una magnitud de 6,4 grados Richter—, es de esperar que el siguiente se dé entre 2016 y 2028.
Las fallas geológicas se generan por el rompimiento de la corteza terrestre debido al movimiento permanente de la Tierra. Estas brechas se mantienen normalmente estables, pero una vez que la tensión acumulada por los desplazamientos se intensifica, hay un quiebre o deslizamiento violento, es decir, un sismo o terremoto.
La región ubicada al sur de los 17 grados de latitud sur del departamento de Cochabamba —que incluye las provincias Mizque, Carrasco y Campero— es la más inestable del país, y, además, el estudio de Rodríguez identifica a 16 provincias como las con mayor riesgo.
Éstas son: Oropeza, Yamparáez y Zudáñez, en Chuquisaca; Ichilo, Caballero, Florida, Vallegrande, Andrés Ibáñez y Warnes, en Santa Cruz; Gran Chaco, en Tarija; Murillo —donde está la sede del Gobierno—, Larecaja, Aroma, Gualberto Villarroel y Juan Manuel Pando, en La Paz, y Daniel Campos, en Potosí.
La directora del Observatorio San Calixto, Estela Minaya, explica que si bien Bolivia tiene una actividad sísmica moderada o superficial en relación con lo que ocurre en la costa del Pacífico, afectada por la inestabilidad de las placas de Nazca y Continental, “en la región central se producen una gran cantidad de movimientos telúricos aislados y de magnitudes menores a tres grados en la escala de Richter
—generalmente réplicas de terremotos mayores en la costa— y que no son perceptibles salvo por instrumentos de medición”.
La funcionaria agregó que “se sabe que en siglos pasados, en estas regiones hubo grandes terremotos, pero lastimosamente la información es muy escasa porque no se pudieron desarrollar investigaciones a profundidad”.
El informe “Plan Nacional de Contingencias ante Crisis Alimentaria por Emergencias” también incluye análisis, proyecciones y acciones de rescate en caso de sequías, inundaciones y otros desastres naturales. El experto dijo que “desde Defensa Civil se instruyó que cada departamento tome como base este trabajo y lo adecue según las características geográficas”.
Debido a la presencia, en los anteriores años, del fenómeno climático de El Niño en el país, la mayoría de las prefecturas atendieron las recomendaciones en caso de sequías, heladas y riadas, dejando en segundo plano la prevención sísmica.
Este documento establece tres prioridades básicas en caso de un terremoto: asistencia alimentaria, evaluación y rehabilitación de vías de acceso, y movilización del personal capacitado en desastres.
Proyección de un desastre en La Paz
Si bien el peligro de un terremoto o movimiento telúrico de alta magnitud en la sede del Gobierno es bajo, esta ciudad es una de las más vulnerables en caso de una tragedia de este tipo, debido a sus características físicas y a la alta densidad poblacional.
De acuerdo con el especialista en riesgos Marco Antonio Rodríguez, “en La Paz se han registrado históricamente movimientos leves, sin embargo su exposición a eventos sucedidos a distancia elevan la posibilidad de un desastre de gran magnitud”.
En el documento “Plan Nacional de Contingencias ante Crisis Alimentaria por Emergencias”, elaborado en 2008 con el apoyo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Defensa Civil y el Observatorio San Calixto, el especialista hace una proyección de un eventual movimiento telúrico, a fin de diseñar estrategias de prevención y acciones de rescate.
“En el caso de La Paz —comenta—, existe la probabilidad de que ocurra una réplica de hasta cinco grados de magnitud en la escala de Mercalli, como efecto de un terremoto devastador —de al menos nueve grados en la escala de Richter— que puede darse en el norte de Chile, donde el más reciente movimiento telúrico se dio el 22 de mayo de 1877.
La hipótesis aventura que de presentarse esta situación, se registrará un “muy elevado número” de fallecimientos y personas heridas debido a la masiva destrucción de viviendas e infraestructura pública, inseguras e inestables debido a las condiciones topográficas y a la falta de medidas antisísmicas en la construcción.
Luego de atender las urgencias prioritarias —rescate de personas, atención de heridos y recojo de cadáveres—, Rodríguez dice que la mayor amenaza será el riesgo de crisis alimentaria, debido al cese de la actividad de producción de alimentos e insumos, el colapso de los mercados y centros de abasto, y el corte de vías de comunicación, que impedirá la llegada de productos agrícolas.
“Pero, además de estas consecuencias inmediatas —agrega—, también se presentarán otras a mediano y largo plazo, no menos graves, como la posible inoperatividad del Gobierno y la paralización del sistema financiero del país, tomando en cuenta que se trata de la sede del Gobierno”. Debido a sus condiciones geográficas y topográficas, el daño en la ciudad de El Alto será menor, aunque su cercanía e interdependencia con La Paz también le reportan un alto riesgo y vulnerabilidad.
Es con base en estos criterios, proyecciones y recomendaciones que Defensa Civil, a nivel nacional, y los gobiernos regionales, deben elaborar sus propios planes de prevención.
Aiquile, Totora y Mizque son las regiones con mayor riesgo de sismos .
Para destacar
El mayor movimiento telúrico registrado en los anteriores años sucedió el 22 de mayo de 1998 en el sur cochabambino.
El municipio más afectado fue Totora, y las réplicas llegaron también a Mizque y Aiquile.
La sede del Gobierno se encuentra en una zona con fallas geológicas, aunque no se registraron sismos de magnitud.
Sobre la base del informe “Plan Nacional de Contingencias ante Crisis Alimentaria por Emergencias”, financiado por las dos últimas instituciones y elaborado por el especialista en riesgos Marco Antonio Rodríguez, se diseñaron estrategias de prevención y capacitación ante posibles terremotos, que Defensa Civil presentó a fines de 2008 y difundió en diferentes esferas, incluso mediante un simulacro de terremoto efectuado en esa época en la sede del Gobierno.
Tres factores hacen de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Chuquisaca, Potosí y Tarija —y en especial de 19 de sus provincias— las regiones con mayor potencialidad de movimientos telúricos: las fallas geológicas identificadas en su territorio, los registros históricos de anteriores desastres y la recurrencia.
Según Rodríguez, “la recurrencia es la posibilidad de que se repitan periodos naturales de actividad sísmica. Este caso ha sido comprobado en la zona comprendida entre Aiquile, Totora y Mizque (Cochabamba), que han sufrido estos movimientos con una periodicidad de entre 18 y 30 años”.
De acuerdo con esta lógica, como el anterior terremoto fue en 1998 en Totora —con una magnitud de 6,4 grados Richter—, es de esperar que el siguiente se dé entre 2016 y 2028.
Las fallas geológicas se generan por el rompimiento de la corteza terrestre debido al movimiento permanente de la Tierra. Estas brechas se mantienen normalmente estables, pero una vez que la tensión acumulada por los desplazamientos se intensifica, hay un quiebre o deslizamiento violento, es decir, un sismo o terremoto.
La región ubicada al sur de los 17 grados de latitud sur del departamento de Cochabamba —que incluye las provincias Mizque, Carrasco y Campero— es la más inestable del país, y, además, el estudio de Rodríguez identifica a 16 provincias como las con mayor riesgo.
Éstas son: Oropeza, Yamparáez y Zudáñez, en Chuquisaca; Ichilo, Caballero, Florida, Vallegrande, Andrés Ibáñez y Warnes, en Santa Cruz; Gran Chaco, en Tarija; Murillo —donde está la sede del Gobierno—, Larecaja, Aroma, Gualberto Villarroel y Juan Manuel Pando, en La Paz, y Daniel Campos, en Potosí.
La directora del Observatorio San Calixto, Estela Minaya, explica que si bien Bolivia tiene una actividad sísmica moderada o superficial en relación con lo que ocurre en la costa del Pacífico, afectada por la inestabilidad de las placas de Nazca y Continental, “en la región central se producen una gran cantidad de movimientos telúricos aislados y de magnitudes menores a tres grados en la escala de Richter
—generalmente réplicas de terremotos mayores en la costa— y que no son perceptibles salvo por instrumentos de medición”.
La funcionaria agregó que “se sabe que en siglos pasados, en estas regiones hubo grandes terremotos, pero lastimosamente la información es muy escasa porque no se pudieron desarrollar investigaciones a profundidad”.
El informe “Plan Nacional de Contingencias ante Crisis Alimentaria por Emergencias” también incluye análisis, proyecciones y acciones de rescate en caso de sequías, inundaciones y otros desastres naturales. El experto dijo que “desde Defensa Civil se instruyó que cada departamento tome como base este trabajo y lo adecue según las características geográficas”.
Debido a la presencia, en los anteriores años, del fenómeno climático de El Niño en el país, la mayoría de las prefecturas atendieron las recomendaciones en caso de sequías, heladas y riadas, dejando en segundo plano la prevención sísmica.
Este documento establece tres prioridades básicas en caso de un terremoto: asistencia alimentaria, evaluación y rehabilitación de vías de acceso, y movilización del personal capacitado en desastres.
Proyección de un desastre en La Paz
Si bien el peligro de un terremoto o movimiento telúrico de alta magnitud en la sede del Gobierno es bajo, esta ciudad es una de las más vulnerables en caso de una tragedia de este tipo, debido a sus características físicas y a la alta densidad poblacional.
De acuerdo con el especialista en riesgos Marco Antonio Rodríguez, “en La Paz se han registrado históricamente movimientos leves, sin embargo su exposición a eventos sucedidos a distancia elevan la posibilidad de un desastre de gran magnitud”.
En el documento “Plan Nacional de Contingencias ante Crisis Alimentaria por Emergencias”, elaborado en 2008 con el apoyo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Defensa Civil y el Observatorio San Calixto, el especialista hace una proyección de un eventual movimiento telúrico, a fin de diseñar estrategias de prevención y acciones de rescate.
“En el caso de La Paz —comenta—, existe la probabilidad de que ocurra una réplica de hasta cinco grados de magnitud en la escala de Mercalli, como efecto de un terremoto devastador —de al menos nueve grados en la escala de Richter— que puede darse en el norte de Chile, donde el más reciente movimiento telúrico se dio el 22 de mayo de 1877.
La hipótesis aventura que de presentarse esta situación, se registrará un “muy elevado número” de fallecimientos y personas heridas debido a la masiva destrucción de viviendas e infraestructura pública, inseguras e inestables debido a las condiciones topográficas y a la falta de medidas antisísmicas en la construcción.
Luego de atender las urgencias prioritarias —rescate de personas, atención de heridos y recojo de cadáveres—, Rodríguez dice que la mayor amenaza será el riesgo de crisis alimentaria, debido al cese de la actividad de producción de alimentos e insumos, el colapso de los mercados y centros de abasto, y el corte de vías de comunicación, que impedirá la llegada de productos agrícolas.
“Pero, además de estas consecuencias inmediatas —agrega—, también se presentarán otras a mediano y largo plazo, no menos graves, como la posible inoperatividad del Gobierno y la paralización del sistema financiero del país, tomando en cuenta que se trata de la sede del Gobierno”. Debido a sus condiciones geográficas y topográficas, el daño en la ciudad de El Alto será menor, aunque su cercanía e interdependencia con La Paz también le reportan un alto riesgo y vulnerabilidad.
Es con base en estos criterios, proyecciones y recomendaciones que Defensa Civil, a nivel nacional, y los gobiernos regionales, deben elaborar sus propios planes de prevención.
Aiquile, Totora y Mizque son las regiones con mayor riesgo de sismos .
Para destacar
El mayor movimiento telúrico registrado en los anteriores años sucedió el 22 de mayo de 1998 en el sur cochabambino.
El municipio más afectado fue Totora, y las réplicas llegaron también a Mizque y Aiquile.
La sede del Gobierno se encuentra en una zona con fallas geológicas, aunque no se registraron sismos de magnitud.
Daffne Molina
ResponderEliminarMe parece muy importante que estemos capacitados para reaacionar en movimientos sismicos o temblores ya que en la paz no nos dan ninguna ayuda la alcaldia no se ha interesado por este temaaaa