El pueblo japonés está dando una lección de aplomo al mundo que se pregunta cómo es posible que una sociedad no se rompa de dolor después de haber visto cómo todo se venía abajo en tres minutos.
“Durante los últimos días hemos sido bombardeados con imágenes de los daños causados por el terremoto y el posterior tsunami en Japón: edificios, barcos, coches, fuego, inundaciones. Sin embargo, no hemos visto llorar, no hemos visto muertos, ni sufrimiento. Pero, ¿es que los japoneses no lloran?”, se pregunta Miguel Ángel Cristóbal Carle, psicólogo español.
Diferencias culturales
Albert Evans del Instituto Británico de Salud Mental, prefiere no hablar de estados de ánimo. “Por supuesto que los japoneses lloran, sólo que por una cuestión de estoicismo muy arraigado en su cultura, lo hacen allá donde no hay testigos por una cuestión muy simple: el dolor no es honorable. Es la cultura de quien mejor se esconde de uno mismo”, señala al diario británico The Daily Telegraph.
Si preguntamos a un ciudadano japonés por qué no vemos tragedias, muerte y desesperación, como vimos en Haití, en las matanzas de la mafia en México o incluso tras el tsunami en Tailandia, se mostrará asombrado. Para su cultura es lo normal, lo esperable.
“Los británicos son conocidos por controlar sus emociones, positivas y negativas, es lo correcto, lo educado. Los japoneses contienen sólo sus emociones negativas por una razón: el respeto, no ofender a quienes les rodean”, puntualiza el psicólogo Miguel Ángel Cristóbal Carle.
Nuestras emociones, nuestro dolor puede importunar o aumentar el dolor del otro y la cultura japonesa se basa en el respeto al prójimo y en el buen funcionamiento del grupo, añade el periódico español El Mundo.
Sufrimiento interior
En la mitología japonesa, todos los comportamientos que resultan en relaciones positivas con los demás son premiados mientras que las acciones individualistas o antisociales son condenadas.
Exteriorizar el sufrimiento implica cargar de energía negativa a quienes nos quieren o simplemente nos rodean. Por eso no vemos imágenes de muertos ni de sufrimiento. Por eso, desde nuestra cultura latina observamos asombrados lo que no entendemos, la contención a la hora de expresar sentimientos negativos tan humanos como la tristeza y el dolor.
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