“El tornado no vendrá”, pensó T. Spivey, joven estudiante de Tuscaloosa, que minutos después vio por la ventana llegar como un monstruo negro al cono de viento devastador que hizo añicos su casa, y aún no se explica cómo pudo sobrevivir.
Al muchacho de 22 años le tiemblan los labios y suspira cuando relata el paso del tornado. “Estaba jugando a los videojuegos con dos amigos y teníamos otra televisión encendida con las noticias, y decían que estaba pasando un tornado”, contó.
“Como estamos lejos del centro pensé que no nos iba a tocar, pero fui a mirar por la ventana y vi que venía muy cerca”. No era posible escapar, y sólo quedaba buscar refugio. Los tres decidieron que el baño sería el mejor lugar. “Escuchamos el viento soplando y todo se rompía. Cuando salimos nos encontramos con esto”, dice al señalar la casa completamente derrumbada y rodeada por montañas de escombros.
A pocas cuadras de allí, Thanh Nguyen, un comerciante vietnamita de 48 años, recordaba con Bihn, un amigo que lo visitaba, ese minuto en el que ahora sienten que nacieron de nuevo.
“No sabíamos qué hacer cuando vimos que el tornado se nos venía encima, estábamos muy nerviosos”, contó. “Decidimos quedarnos en un rincón de la casa, cubiertos con frazadas”, relató. Los casi 60 segundos que demoró en pasar el tornado parecieron interminables para los dos amigos que temían lo peor.
Cuando salieron de su débil escondite, no podían creer la dimensión del desastre que los rodeaba. Al frente y a los costados de la casa cientos de enormes árboles estaban caídos y partían las viviendas.
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