Los países que cuentan con instalaciones de energía nuclear deben asegurarse de que sus reactores pueden resistir no sólo a diferentes amenazas, sino también "a una combinación de desastres, como terremotos, tsunamis e incendios", dijo hoy el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
A ese respecto, sostuvo que la tragedia de Fukushima sacó a la luz la existencia de "lagunas" en casos de averías en instalaciones nucleares.
Ban se refirió a la situación de la planta de Fukushima en una mesa redonda sobre cómo fortalecer la preparación ante accidentes nucleares, previa a la inauguración formal de la Tercera Conferencia Global sobre la Reducción de Desastres que se celebra hasta el viernes en Ginebra.
"La tragedia de Fukushima ha dado pie a muchas preguntas sobre el futuro de la energía nuclear y levantado temores entre el público que se pregunta si estamos haciendo todo lo posible para proteger a la población mundial en caso de una catástrofe nuclear", señaló el responsable de la ONU.
Mencionó que la tecnología nuclear tiene "un enorme potencial" en áreas como la medicina o la producción agrícola, pero hay que "combinar esto con la gestión de riesgos".
En ese sentido, consideró que los países deben evaluar sus medidas de seguridad, los aspectos relacionados con la formación del personal que trabaja en la industria nuclear, así como los sistemas de control de calidad y de supervisión por parte de órganos independientes.
Ban anunció que organizará una reunión ministerial sobre seguridad nuclear el próximo 22 de octubre en Nueva York, en el marco de la Asamblea General de la ONU. "En esa ocasión presentaré un estudio de la ONU sobre las consecuencias de la tragedia de Fukushima", adelantó.
Durante la mesa redonda, el embajador adjunto de Japón ante la ONU en Ginebra, Kenichi Sugunama, dijo que su Gobierno trabaja con Tepco -empresa constructora y responsable de la gestión de la planta de Fukushima- en una nueva hoja de ruta y plan de acción en materia de seguridad para sus plantas, que empezarán a aplicarse dentro de dos meses.
Ambos documentos tienen el objetivo de "disminuir la radiactividad emitida por estas plantas", además de "controlar los materiales radiactivos y que sus radicaciones puedan mantenerse en niveles mínimos".
"Para eso tendremos que contar con un sistema de filtración y de detección de la radiación en el agua", además de un sistema de refrigeración.
El diplomático dijo que se espera que en dos meses se haya logrado reducir la radiación a un nivel bajo, de modo que se faciliten las tareas de contención en la planta de Fukushima.
El jefe de los cuerpos de ayuda del Ministerio de Defensa Civil de Rusia, Yuri Brazhnikov, también se refirió a lo ocurrido en Fukushima y dijo que "ha sido una nueva señal de que tenemos que estar preparados" y "aumentar las capacidades de respuesta frente a catástrofes nucleares".
Sostuvo que en la historia de la energía nuclear se han registrado 26 accidentes nucleares "que podrían haber llegado al nivel 7", es decir de catástrofe, como ha ocurrido en Fukushima y hace 25 años en Chernobil "Este tipo de catástrofes nunca se pueden descartar", opinó el especialista ruso.
Añadió que el desastre nuclear en Japón ha demostrado que "las cosas pueden ser muy complicadas y tener grandes repercusiones, difíciles de predecir", tras lo cual abogó por la creación de un mecanismo multilateral que permita "reaccionar rápidamente en la fase inicial de una catástrofe de índole industrial o natural".
La responsable del Centro de Emergencias del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Elena Buglova, enfatizó que "las medidas de seguridad deben ser lo primero. Este es el mensaje a los países cuando evalúan centrales nucleares o construyen nuevas".
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