El hecho causó la muerte de un operario e hirió a otros cuatro. La Comisión de Energía Atómica aseguró que no se detectó ninguna fuga, pero existe el riesgo.
PARIS
Agencias
A las 12.00 del mediodía de ayer explotó uno de los dos hornos para residuos nucleares de la planta atómica de Marcoule (Gard), en el sur de Francia, y causó la muerte de un operario e hirió a otros cuatro, uno de ellos de gravedad, sumiendo en alarma al país, el más nuclearizado de Europa. Aún no se detectaron fugas, pero continúan las posibilidades de riesgo.
Los bomberos y la Policía acordonaron apresuradamente la zona y los cerca de 3.500 empleados que trabajan en el recinto nuclear fueron confinados mientras se investigaba el riesgo del accidente.
Algunas noticias, contradictorias, alertaban en principio de peligro de fuga. La Comisión Nacional de la Energía Atómica aseguró que por ahora no se había detectado ninguna fuga, sin embargo las autoridades locales afirmaron a la televisión BFM que existe el riesgo de que se produzca algún escape radiactivo.
Aún se desconocen los motivos de la explosión en el complejo nuclear, ubicado a 30 kilómetros al norte de Aviñón, que no es una central nuclear, por lo que carece de un reactor. Sus dos hornos son de tratamiento de residuos y se encargan de limpiar y descontaminar material, con poca carga radiactiva, procedente de otras plantas nucleares.
Un portavoz de la empresa de energía EDF, de la que depende el complejo, especificó que lo ocurrido es “un accidente industrial” y no nuclear. Los ecologistas franceses han pedido “toda la transparencia e información” sobre un incidente que pone en discusión el tema de la energía nuclear en un país que cuenta con 58 reactores y que extrae del átomo el 78% de su energía eléctrica.
Francia es el país más nuclearizado de Europa y tras el accidente de Fukushima, en Japón, hace ahora seis meses, mantiene su apoyo sin fisuras a esta energía, al contrario que países como Alemania e Italia. En Alemania, la canciller Angela Merkel paralizó temporalmente su decisión de ampliar la vida útil de las centrales del país y anunció que quedarán desconectadas antes de 2022. En Italia, sin energía nuclear desde 1987, el desastre de Fukushima enterró el intento de Silvio Berlusconi de construir cuatro centrales.
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