Las erupciones de supervolcanes dormidos durante cientos de años se podrían predecir gracias al análisis de los cambios en la composición del magma, según un estudio científico cuyos resultados recoge la revista británica "Nature".
La investigación se centró en analizar los procesos que tienen lugar en el magma de las calderas volcánicas y los tiempos que conllevan, lo que aportaría más información sobre los sucesos que preceden a la erupción de un supervolcán.
Estos supervolcanes se caracterizan por ser capaces de expulsar decenas de miles de kilómetros cúbicos de magma explosivo en pocos días y no estar asociados a una montaña, como los volcanes normales, por lo que suelen encontrarse en un llano.
El equipo -liderado por el geólogo Timothy Druittm, de la universidad francesa Blaise Pascal, y por Jon Blundy, de la universidad británica de Bristol- estudió los cristales incrustados en rocas volcánicas de la isla griega de Santorini.
Este material forma parte de la lava vertida en una gran erupción en torno a 1.600 a.C., que contribuyó a configurar el archipiélago a tal y como es hoy y que ocurrió 18.000 años después del anterior episodio de este tipo.
Así, los geólogos descubrieron que en los cien años previos a una erupción la reserva de magma dentro del volcán aumentó y se produjeron cambios en su composición, que duraron hasta los meses inmediatamente anteriores, con un incremento del magma silícico y de los niveles de magnesio y hierro. El plazo de tiempo entre una y otra erupción de este tipo suele ser de miles de años, pero resulta complicado de calcular porque los expertos no han podido estudiar aún suficientes fenómenos de esta clase, dado que son muy poco frecuentes.
Sin embargo, esta investigación ha abierto la puerta a un nuevo método para anticiparse a la erupción de un supervolcán.
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